martes, 13 de diciembre de 2011

Batalla de Wizna (Polonia)

No sólo los famosos trescientos espartanos comandados por Leónidas fueron los únicos en defenderse de un enemigo infinitamente superior en número y armamento. Un pequeño contingente polaco en los inicios de la Segunda Guerra Mundial tuvo un destino parecido teniendo como enemigo al poderoso ejército nazi de Adolf Hitler en 1939. Sin embargo, estos hombres, dignos de halagos por su valentía y coraje, por su consistencia recia hasta el último suspiro de sus vidas, queda en el olvido.

Los números cambian, la situación también. Nos situamos en un pequeño pueblecito polaco llamado Wizna. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, el 3er Ejército Alemán (Wehrmacht) debía atravesar Alemania hasta Varsovia, con fin de unir el Danzig con el resto del Reich, atravesando una linea de búnkeres polacos comandados por el Capitán Wladyslaw Raginis.

Este tenía en su haber 700 hombres, 20 oficiales, 6 piezas de artillería de 76mm, 39 ametralladoras y 2 fusiles anti-tanques; frente a 42000 soldados de infantería alemanes, 350 tanques "panzer", 657 ametralladoras, morteros, artillería "howitzer", y el apoyo de la Luftwaffe (Ejército del Aire).
La batalla duró tres días, del 7 al 10 se Septiembre de 1939, poniendo serios apuros al ejército nazi, sin posibilidad de avanzar, perdiendo hombres y armamento, los polacos a su vez, defendían con uñas y dientes cada palmo de tierra, cada búnker.

La mañana del día 9, aviones alemanes lanzaron panfletos pidiendo a las tropas polacas que se rindieran. Ante esta proposición, el Capitán Raginis contestó que no dejaría su puesto vivo y que continuaría defendiendo el área. Habiendo dicho esto, llovieron proyectiles de la artillería alemana contra las lineas polacas. Al anochecer, las maltrechas tropas polacas que aún resistian provocaron una feroz lucha por cada posición fortificada, hasta que al mediodía del día 10, la Wehrmacht tomó todos los búnkeres. Los pocos supervivientes de aquella masacre fueron capturados por los nazis, obligando la rendición de Raginis, a cambio de que se los liberase. Sólo cuando el último de los prisioneros fue liberado el capitán se entregó. Sin embargo, segundos antes el Capitán Raginis se suicidó con una de sus propias granadas de mano antes de que los alemanes consiguiesen capturarle, matando de la explosión a varios soldados.




A dia de hoy no hay supervivientes polacos de tal batalla. Sólo queda el recuerdo de las lápidas en Polonia, y las oraciones de las familias de los combatientes, recordadas cada año en el Día de la Independencia Polaca (11 de Noviembre)








Para finalizar, un gran diálogo de la película "300" de Frank Miller, entre el emperador Jérjes y el rey Leónidas:

- [...] No habrá gloria en vuestro sacrificio. ¡Conseguiré borrar de la Historia el recuerdo mismo de Esparta! ¡Cada trozo de pergamino griego será quemado! ¡Sacaremos los ojos y arrancaremos la lengua de cada historiador y escriba griegos! ¡Y quien honre el nombre de Esparta o de Leónidas será penado con la muerte! El mundo jamás sabrá que exististeis...
- El mundo sabrá, que unos hombres libres se enfrentaron a un tirano...que unos pocos, se enfrentaron a muchos, y sabrá que antes de que acabe esta batalla incluso un gran rey puede sangrar.

2 comentarios:

  1. Impresionante anécdota, todos y cada uno de esos hombres no solo se merecen mi respeto y admiración, sino de todos nosotros.
    Que en paz descansen.

    P.D. Muy buen post.

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  2. Buena historia y bien narrada, gracias por compartirla. Hubo también una batalla muy épica al final de la Guerra también poco conocida: La Batalla por el castillo de Itter

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